El comercio internacional se desarrolló sin organismos reguladores globales hasta que en 1947 se fundó el GATT (General Agreement on Tariffs and Trade - Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), antecesor de la Organización Mundial de Comercio (OMC). El GATT fue creado para facilitar el comercio, eliminar barreras, propiciar el crecimiento y estabilidad económica entre sus miembros, consolidando un nuevo orden internacional, reduciendo riesgos de conflictos bélicos derivados de disputas mercantiles, con negociaciones entre pares en un entorno legal global. Los principios básicos del GATT/OMC son: reducción de aranceles; tratamiento de nación más favorecida a sus integrantes; prohibición a establecer restricciones cuantitativas; mantenimiento de compromisos asumidos, y otorgamiento de trato nacional por igual a los empresarios. La OMC cuenta ahora con 186 miembros.
México se adhirió al GATT en 1986, adquiriendo los mismos derechos y obligaciones de sus contrapartes comerciales; consolidando el proceso de apertura en 1994 con el TLCAN. A partir de entonces, transformando su planta productiva, México pasó de ser una economía de producción de materias primas y de exportación de petróleo, a una de manufacturas y servicios.
Hasta la adhesión al GATT, las empresas mexicanas que participaban en el comercio internacional disfrutaban de las mieles de los mercados globales, pero también resentían la aplicación de medidas proteccionistas de sus contrapartes, sin acceso a un marco jurídico que defendiera sus derechos. La entonces Secretaría de Comercio abrió oficinas en Ginebra, sede del GATT; Bruselas (Unión Europea), Montevideo (ALADI), Washington (E.U.), y Ottawa (Canadá), para observar el desarrollo de las acciones de las empresas y autoridades de esos países, y cuidar de los derechos de las exportadoras mexicanas; en poco más de un par de años México enfrentó cerca de medio centenar de acusaciones de dumping o de subsidios, propiciando el establecimiento de alianzas y acciones gubernamentales y de actores privados mexicanos en su defensa, resolviendo los casos. Desde entonces, la participación de México en el escenario internacional ha ido in crescendo, suscribiendo 14 convenios comerciales con 50 países de América, Europa y Asia. Si bien es bueno producir para 100 millones de consumidores nacionales, lo es mejor para tener acceso a los miles de millones de pobladores de los mercados internacionales con los que hemos suscrito convenios comerciales.
En 1982, México exportaba 21 mil millones de dólares, representando el petróleo el 75%, los productos agrícolas el 5% y las manufacturas el 15%. Para 2021, las ventas al exterior llegaron a 494 mil millones, con un cambio dramático: el petróleo representó el 5%, la agricultura 3%, y las manufacturas 88%. Los compromisos comerciales adquiridos por México han tenido también un efecto positivo, atrayendo inversión extranjera que promedia $30 mil millones de dólares anuales, complementando y guiando a la inversión nacional. A estos resultados contribuyeron las agencias negociadoras y promotoras, como la Secretaría de Comercio, Bancomext, ProMéxico o el Consejo Promotor de Turismo, entre otras. Como resultado, además de continuar siendo líder mundial en la producción de jitomate, aguacate, cerveza, Tequila y Mezcal, oro y plata, ahora México destaca en el diseño, producción y exportación de manufacturas complejas, como partes automotrices, vehículos, computadoras, pantallas de televisor, componentes aeronáuticos, enseres domésticos, aditamentos médicos, o medicamentos. Al mismo tiempo, hay una miríada de empresas mexicanas que compiten exitosamente en los mercados mundiales, como propietarias y operadoras de cientos de plantas productivas, centros de distribución, o franquicias, en E.U., América Latina, Europa, Asia, o África. Al par que ha desarrollado una sólida infraestructura de manufacturas, rompiendo paradigmas, México se ha transformado en una economía de servicios, destacando las contribuciones del sector turístico, con la construcción de hoteles, centros recreativos, proveeduría alimenticia, transporte; centros de investigación en ciencia aplicada, tecnología avanzada y nanotecnología.
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